lunes, 8 de junio de 2009

Borrador...


Valiente.
Por: Paty Castaldi

Manuel estaba más que listo para esto, no lo quería ni lo deseaba, más sin embargo estaba listísimo para lo que iba a ocurrir. Daba vueltas y vueltas por toda su casa sabiendo con toda certeza que en cualquier momento llegaría. Estaba nervioso, ¡Dios! No había estado tan nervioso en mis 58 años, pensaba. Decidió sentarse para prender la televisión y buscó el canal de deportes sin atinarle siquiera al número correcto, gruñó para sus adentros mientras aventaba con tono dramático el control remoto a la mesita de la sala. De pronto unos pasos en el exterior anunciaron lo inevitable: tenía que tomar su abrigo, abrir la puerta y salir.
-No todas las personas hacen esto con tanto valor como lo va a hacer usted. –Dijo el hombre que lo acompañaba al llegar al lugar, después de no haber intercambiado palabra en los 45 minutos de viaje.
-No es valor amigo… Créame. No es valor. –Contestó el pobre hombre.
Los dos caminaron juntos por un largo pasillo, y en cada puerta que se detenían, el corazón de Manuel dejaba de palpitar por sólo unos segundos, los suficientes para darse cuenta que no habían llegado aún a su destino. Seguían su camino y su corazón regresaba a su normalidad. Hasta que llegaron a una ventanilla donde el acompañante de Manuel mostró su credencial y pidió entrar al cuarto 3. La puerta se abrió y el corazón de Manuel se empezó a debilitar poco a poco, seguía el ritmo de sus pasos y empezaba a aturdirle el sonido del palpitar. Una puerta a su derecha con un “1” desfiló ante sus ojos, después un “2” y luego el inevitable “3” llegó. Se pararon en seco y el acompañante lo miró con cierto miedo.
-¿Está usted listo? –preguntó.
Manuel lo miró unos segundos y recordó lo que le había dicho antes. Esto no es valor compañero, es cobardía pensó. Y mostró una sonrisa nerviosa indicando que abriera la puerta, cosa que el hombre de blanco hizo enseguida con cierto temor. Manuel dio 5 pasos adelante hacía lo que parecía una mesa, el acompañante se había quedado afuera; tomó la sábana blanca con la mano y la levantó sin pensarlo.
-Sí… es. –Dijo mientras miraba el frío rostro de una mujer de mediana edad. –Sí es ella. –Dijo para sus adentros conteniendo sus lágrimas.
Salió de la habitación y su vida comenzó a retroceder hasta llegar al último momento en que había visto a su esposa, la vio por segunda vez ahí afuera del coche y le dijo muy despacio en el oído, Seré valiente. Cerró los ojos…
De pronto abrió los ojos y escuchó una voz.
-Lo hemos perdido.